Al estudiar los efectos extendidos de la cárcel en hogares y barrios, he conocido personas que a través de perseverancia, solidaridad y dignidad combaten la violencia que las margina y estigmatiza. Mi trabajo ha buscado aprender de la productividad de tales vidas, relevar sus lenguajes y cuidar sus saberes ordinarios. Creo en el poder de los encuentros—por más insólitos que parezcan—para expandir y reconfigurar el espacio de un mundo en común.

Estoy enormemente comprometida por trabajar día a día por una sociedad más equitativa e inclusiva, donde como estudiantes tenemos un rol esencial y debemos ser conscientes de que podemos aportar en cada momento para que las injusticias de nuestro país disminuyan y desaparezcan.

Desde mi rol como académico analizo y enseño cómo las organizaciones públicas y privadas entregan sus servicios sociales a la población. Si entendemos que los programas sociales son ineficaces si las personas que lo necesitan no pueden acceder a ellos de manera fácil y oportuna, mi aporte a una sociedad más equitativa pasa porque con mi trabajo colaboro con mejorar la forma como estas organizaciones llegan de manera más efectiva a las personas, sobre todo las más vulnerables, mejorando su bienestar social.

Cuando hay respeto en las creencias y en los valores de las personas y aprendemos a escuchar las diferencias, construimos comunidad diversa e inclusiva y logramos más cosas.